Si le preguntas a mi hijo cuanto lo quiere su madre, te dirá que lo quiero infinito, como las estrellas del cielo, que no se pueden contar.
Eso es lo que le repito casi a diario desde hace algún tiempo.
Si hace 3 años alguien me hubiera dicho que querría a mi hijo de esta forma no lo habría creído.
Porque al principio cuesta encariñarse, cuesta crear ese vínculo de madre e hijo, cuesta crear ese apego que se crea durante el embarazo y que las madres adoptivas no tenemos. Porque aunque cuando ves a tu hijo por primera vez lo deseas como tal, en realidad sólo sois 2 extraños el uno para el otro.
Y aunque lleva su tiempo crear ese vínculo afectivo y adaptarse el uno al otro, hoy puedo decir que mi corazón le pertenece, que me lo ha robado por completo y que lo quiero tanto que se me olvida que no es fruto de mi vientre... porque lo siento tan mío, que ya es un pedacito de mi.
Te quiero infinito!
No lo olvides nunca, hijo.
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